Self Portrait a la Federico García Lorca

1.

Pressing through the city square full of sobs and sighing,
the papers, the papers read my solitude was reality,
with its teardrops, wine bottles in the ash around my home,
my home where my children woke to play with their toys,
and the dogs joyed in the moon over my home,
and my wife brushed her alabaster hair, a green toothed comb,
of ten jade rivers, from ten jade gods—                 
and I lost this all, for why, ay me, I do not know,
for the sunlight had left us in the twilight long ago,
and green field turned black with fireflies, they lit with fiery soul,
my love was hidden from me, there was a monstrosity in the wood.

And today I desire to taste those bullets made of lead or silver,
to savor each a meal, each one in robust relief to figure
what a man who gawks at every single woman will hope to find—
a barren desolation. Her middle is vacated, no place for him.
With his teardrops as the black and green bottomed wine bottles, 
his skin mottled the color of prunes and chameleon like the octopus
navigating the sea, and dogs baying at moonlight at noon.
Green hair brushed with smooth white stone, children playing ball at home,
gone, gone—the sunlight twilight makes sunshine fable of us all.
The best is to select green fields instead of August plains, fragrant and burned. 
Finally, here is the truth, I am the monstrosity.

2.

Pasando en la plaza del centro llena de llantos y suspiros,
los papeles, los papeles leen que mi soledad fue realidad 
con sus lágrimas, botellazos de tinto en la ceniza alrededor de mi casa,
mi casa donde mis hijos se despertaban para jugar con sus juguetitos,
y los perritos gozaban en la luna sobre mi hogar,
y mi mujer se cepillaba los cabellos de alabastro, un peine dientes verdes,
de diez rios verdes, de diez dioses verdes—
y me los perdí, por qué, ay de mí, no sé, me los perdí,
la luz me había dejado perdido en el crepúsculo hace mucho tiempo,
y el campo verde se volvió negro lleno de luciérnagas, iluminado con alma ardiente,
mi amor escondido era un monstruo del bosque.

Y hoy deseo aprovechar de esas balas de plomo o de plata,
para saborear cada uno, una separada comida, cada uno un bajorelieve robusto
para figurar lo que el hombre de boquiabierto hacía cada mujer 
esperará encontrar—una desolación estéril. 
Un medio vacío, sin lugar para él. Con sus lágrimas como botellas de vino 
de fondos negro y verdes, y su piel moteada como ciruelas pasas y pulpos camaleónes
debajo del mar.
Perros chillan a la luz de la luna al mediodía.  Y la mujer, su pelo verde cepilla
con piedra blanca, bella y lisa, niñotes jugando pelota entre las paredes de la casa,
pasado, ido, el crepúsculo de la luz hace que la luz del sol sea una fábula de todos nosotros.         
Lo bien es elegir los campos verdes en vez de los barbechos de Agosto –fragrante y negro..  Total, aquí es la verdad. Yo soy la monstruosidad.